En la Argentina de 1979, sumida en la sangrienta dictadura militar, todo resultaba peligroso. Incluso hacer fotos por las calles era peligroso, así que me pareció que los pequeños y apacibles cementerios de pueblitos perdidos debían ser lugares tranquilos donde nadie me molestaría ni yo correría riesgo alguno. Ahora sé que era justamente en las fosas comunes de esos cementerios donde los militares enterraban subrepticiamente a los “desaparecidos”. En este sentido adquiere toda su dimensión la cita de Walter Benjamin que elegí para acompañar mi trabajo sin ser consciente de su carácter anticipatorio: …“El valor de culto de la imagen tiene su último refugio en el culto al recuerdo de los seres queridos, lejanos o desaparecidos.